la jaula de oro
Esta noche me pasó una historia muy curiosa, triste, muy conmovedora.
Terminé la noche con unos amigos latinos en una fiesta de una familia mexicana. La mayoría de personas en la fiesta eran mexicanos de entre unos 25 años hasta los 50s o 60s y la fiesta era como cualquier fiesta familiar en Costa Rica: abuelos, hijos, sobrinos, primos, comida, alcohol y musica.
Terminé la noche con unos amigos latinos en una fiesta de una familia mexicana. La mayoría de personas en la fiesta eran mexicanos de entre unos 25 años hasta los 50s o 60s y la fiesta era como cualquier fiesta familiar en Costa Rica: abuelos, hijos, sobrinos, primos, comida, alcohol y musica.
Entre el ron, el tequila, las cervezas y la música ranchera que nunca puede faltar en la casa de familias originarias del norte de México, sonó una canción que cambió por completo el aire festivo que se sentía en el lugar.
Y digo que lo cambió porque desde que comenzó a sonar se notó algo diferente en las miradas de los señores y señoras que unos minutos antes disfrutaban a carcajadas con sus tequilas y cervezas. La canción era un corrido norteño que nunca había oído antes, pero que prestarle atención a la letra me hizo sentir una fuerte punzada en el estomago e hizo a varios de los presentes buscar las servilletas en la mesa para disimuladamente secarse las lagrimas.
La letra decía algo así:
Aqui estoy establecido, en los Estados Unidos 10 años pasaron ya. En que cruce de mojado, papeles no arreglados, sigo siendo un ilegal.
Tengo mi esposa y mis hijos que me los traje muy chicos y se han olvidado ya de mi México querido del cual yo nunca me olvido y no pueedo regresar.
De que me sirve el dinero si estoy como prisionero dentro de esta gran nación. Cuando me acuerdo hasta lloro que aunque la jaula sea de oro no deja de ser prisión.
Mis hijos no hablan conmigo, otro idioma han aprendido y olvidado el español. Piensan como americanos, niegan que son mexicanos aunque tengan mi cooolor.
Casi no salgo a la calle pues tengo miedo que me hallen y me puueedan deportar.
De que me sirve el dinero si estoy como prisionero dentro de esta gran nación. Cuando me acuerdo hasta lloro que aunque la jaula sea de oro no deja de ser prisión.
La punzada en el estomago la sentí porqué ese famoso tema de Los Tigres del Norte es la historia que he visto todos y cada uno de los días que he pasado acá en California. Es la historia de la mayoría de mis amigos latinos acá, pero no de los estudiantes que tuvimos la suerte de venir con una beca, es la historia de los que realmente trabajan acá, los que llegaron de primero, los que se atrevieron a cruzar el rio, los hijos e hijas, nietos y nietas de esos valientes que se aventuraron como ilegales en un país diferente, con un idioma diferente, arriesgando todo por el sueño de un mejor mañana. Esos hijos y nietos de los que habla la canción, de que ya no hablan español, son varios de mis compañeros de la universidad y del trabajo.
Vivir acá me ha cambiado la perscepción del lugar de donde vengo. Es curioso eso porqué alla en Costa Rica siempre pensé (y creo que mucha gente lo piensa también) que cada país en latinoamérica es un mundo aparte, que los ticos somos tan diferentes de los panameños o colombianos como lo somos de los gringos o los rumanos. Con el tiempo que llevo en los Estados Unidos digo que se necesita vivir afuera para verlo con perspectiva y darse cuenta que, a fin y al cabo, como comunidad latinoamericana tenemos muchisimas mas cosas en común que diferencias.
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