fuerza, fe y claridad....

Mi vida cambió un día del año 1992, en noveno año del colegio, cuando mi queridísimo amigo Luis me pasó un casette de 90 minutos donde juntó varios de los éxitos de Rubén Blades y el disco Reunión del saxofonista Paquito D'Rivera y el trompetista Arturo Sandoval. Desde ese momento mi amistad con Luis se vio forjada y a pesar del tiempo y la distancia se mantiene tan fuerte como aquel mismo día.

La música ha sido el hilo que ha unido mi amistad con Luis. En ese momento de 1992 cuando  escuché ese cassette abrí la puerta hacia nuevos paisajes y senderos musicales que no tenía idea de que existiesen. Con ese cassette conocí el poder de la clave cubana y la improvisación del jazz, de la salsa y de los ritmos africanos-caribeños. El impacto fue tan grande que sentí necesario renunciar a mis clases de piano clásico en la Etapa Básica de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica para entrar a las de instrumentos de percusión, esto en la búsqueda de instrumentos donde pensaba podía expresar mejor la fuerza que esa música nueva para mí permite transmitir.

Mi amistad con Luis nos llevó a asistir a conciertos que van desde escuchar en vivo a Arturo Sandoval en el Teatro Melico Salazar, a Irakere en el Teatro Nacional, a Ruben Blades en sus conciertos en Costa Rica, al Gran Combo de Puerto Rico, a Thievery Corporation y Björk en alguno de los memorables Festivales Imperial. Nos ha llevado a compartir música que va desde el piano de Glenn Gould, a la magia de St. John Coltrane y Miles Davis, los palos de Paco de Lucía, al rap cubano de Papá Humbertico, el poder de Luis Alberto Spinetta, el jazz-reggae de Groundation, la samba de Joao Gilberto, las controversias santeñas y los recuerdos del trio de jazz tico-israelí Orpheus. En el universo musical, Luis, sin la menor duda, es mi compañero de yunta.

Con Luis fue que conocí en persona a Rubén Blades allá por el año de 1997 en el Restaurante Universitario de la Universidad de Costa Rica, donde Rubén a ambos nos firmó unas hojas de alguno de mis cuadernos de estudiante. Recuerdo con total claridad el "te cuidas" que nos dijo uno de los ídolos de nuestra juventud luego de muy amablemente charlar con nosotros. Ese autógrafo, testigo de un evento que marcó mi vida, quedó guardado en mi álbum de recuerdos; el de Luis quedó como portada del disco Buscando América.

Nuestra hermandad musical se ha fortalecido en jams (o descargas, como dirían en el Caribe), yo en el teclado o algún instrumento de percusión y Luis en batería, explorando las diferentes sonoridades que tanto nos llenan. Luis, vale la pena mencionar, es un excelente baterista, exalumno de adolescencia del baterista costarricense (y exbaterista de Rubén Blades) Carlomagno Araya.

Estos encuentros musicales se vienen dando desde hace más de 20 años, y siempre han estado llenos de ese carisma tan especial que mi amigo tiene la capacidad de transmitir. Luis, ante todo, y lo digo con 29 años de conocerlo, es una amistad con una nobleza enorme, una persona con la que las reuniones de tragos y música son entrañables. Él es un amigo por el que siento la necesidad de escribir esta pequeña nota ya que hace pocos días en las noticias de mi país salió de titular que la policía lo había capturado en un supuesto operativo antidrogas.

Lo capturaron un día antes de una reunión de amigos que regularmente acordamos. La sorpresa fue inmensurable, ya que lo que leí en las noticias retratan a un Luis totalmente incompatible con ese amigo que ya llevo casi tres décadas conociendo. Las notas de la prensa describen a una personalidad ajena al Luis amigo, con sobrenombre distinto, con supuestos compinches desconocidos para el círculo cercano de los que acostumbramos a reunirnos con Luis. A pesar del trasfondo político de la historia, la esperanza inquebrantable de que la verdad siempre sale a flote, me hace sentir tranquilidad y compartir esta nota.

"Fuerza, fe y claridad... cuando enfrente al enemigo..." querido Lui.

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