cuenticos

Mis anteriores visitas a Nicaragua siempre se acompañaron de un sol sofocante y de largas extensiones de planicies con algunos volcanes que rompen la línea del horizonte. En mi relativo desconocimiento del vecino país del norte, jamás imaginé encontrar en Nicaragua tierras de más de 1000 metros de elevación y bosques nubosos rodeando cafetales y campos de hortalizas. Por esa falsa imágen que tenía de una Nicaragua, me tomó por sorpresa (muy grata) el paisaje de los municipios de Matagalpa y Jinotega. Los conocí gracias a una gira de trabajo, acompañado de locales y visitando muchas fincas cafetaleras. Desde la ruidosa y desorganizada Matagalpa, hasta la bella ciudad de Jinotega, junto a su embalse de Apanás y el imponente Macizo de Peñas Blancas, recorrí caminos  y trillos. En compañía del biólogo Abiecer y el conductor Anibal, descubrí lo que algunas han llamado "la zona más bella de Nicaragua": bosques, campos, cerros y ríos hermosos.  Comparto un album de Flickr con varia

Volver al cerro Chirripó, por 3era vez, luego de 23 años de la primera vez que fui, me hizo volver a sentir lo que era ser ingeniero forestal. © G.A.D.S - 2022

Sonará curioso que luego del post que publiqué hace unos meses venga a escribir este... pero así es la vida, llena de sorpresas. Tuve que alejarme de la metrópoli para tomar la decisión y terminar mi aventura de 3 años en el mundo corporativo. La opción fue demasiado buena como para negarme: volver a mi área de trabajo ambiental y además de eso con una institución del calibre del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell.  Tomar la decisión de alejarme de las corporaciones, luego de haber sacado "cuero de chancho" y acostumbrarme al trajín y la intensidad del día a día, y de haber aportado buenas herramientas para el quehacer de la empresa, involucró pensar en muchas cosas. Tocó sopesar el decirle adiós al seguro de salud privado, a la asociación solidarista, a las presas infernales entre San José y Lindora, a la cultura corporativa, a volver a tratar de ayudar al medioambiente, a seguir aprendiendo y a sacarle mucho mayor provecho a toda mi experiencia laboral

Mi bienvenida al último trayecto de la tercer década fue huracanada. Cumplí años un día antes de la llegada del huracán Otto a Costa Rica, horas antes de que sus vientos y lluvia golpearan durante casi dos horas a mi ciudad de Liberia. El anuncio del huracán hizo que en mi trabajo nos dieran libre el resto de la tarde de mi cumpleaños, no sin - casualmente - tener junto al equipo de trabajo el almuerzo de casi-fin de período laboral. Al finalizar el almuerzo, y dada mi negativa por irme ese mismo día a San José, decidí ir directamente a celebrar mi natalicio tomando unas cuantas cervezas con mi compañero de trabajo Alvaro.  El bar escogido fue el legendario El Victory, a pocos pasos del río que da nombre a la ciudad. Las cervezas vinieron y el típico "zarpe" llegó varias veces, ayudados en gran parte por los retrasos de la esposa de Alvaro en llegar a recogerlo. Entre los famosos personajes de tan distinguido bar, recuerdo que estaba el conocidísimo "sordomudo