Los aghori

Dentro de los diversos grupos de ascetas que habitan el indostán, los aghori desempeñan un papel importante en el imaginario de muchos de los que algún día esperamos caminar por las orillas del Ganges. Aún para los que no conozcan sobre la vida de este tan particular grupo de ascetas, seguramente ya habrán visto sus caras cubiertas de cenizas grices en alguno de los libros de viaje de la India.

Junto con el Taj Majal, los ghats de los ríos sagrados, los templos y su curry picante, los aghori - tristemente - se han vuelto un atractivo más para ofrecer al turista occidental que llega al subcontinente indio en busqueda de lo peculiar.

Más allá de lo que pueda parecer macabro en el típico estilo de vida de los aghori, resulta interesante conocer las razones y el camino a seguir de alguien que decida pasar sus días habitando entre los campos de cremación, viviendo con casi ninguna pertenencia y aplicando una filosofía de vida que en muchos casos está en total contraposición con lo que moralmente aceptamos.

¿Será simplemente una fijación macabra por la muerte o un amor incondicional a la deidad Shiva lo que guia a un “practicante" a aghori?

Mucha de la información que se encuentra en internet sobre los aghori raya lo sensacionalista, presentando llamativamente el lado macabro de su particular forma de actuar, dejandose llevar por el aura de canibalismo y coprofagia que los han rodeado desde tiempos atrás. Con pocas fuentes fidedignas en internet que muestren el lado más íntimo y local de los practicantes de este estilo de vida, pienso que es muy valioso el documental que comparto a continuación: el lado humano de un joven indostano que en los ghats de Benarés busca convertirse en aghori.









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