recuerdos Amazónicos
Escucho las motos, los "motocares" y no puedo dejar de pensar en enjambres de abejas que te persiguen por las calles… corres y corres y te siguen. Das la vuelta en la esquina y ahí están esperandote, acosándote.
La basura por las calles, el omnipresente plástico, la humedad, el sol, el lodo, la lluvia, el menjurje de todo me hacen sentir en un sueño, un sueño extraño… no el idílico sueño del paraíso perdido en el medio de la Selva, si no en el sueño de Joseph Conrad, la locura de la selva, el Corazón en Tinieblas… en Kurt convertido en ciudad. En los efectos del aislamiento de ya decadas, de la mezcla de culturas indígenas y occidentales, de la lejanía de la "civilización"… eso y el verde intenso de un mar de bosque alrededor, y un río café, grande y serpenteante son la ciudad de Iquitos en Perú. La "isla de civilización" en el medio de la "barbarie" amazónica.
Los veo, los observo, escondo mi mirada con la visera de mi gorra… veo al suelo. Camino entre los chinamos del mercado de Belen, entre cientos de pollos muertos listos para ser vendidos, los perros sarnosos husmean bajo las mesas, los niños me ven. Yo camino entre un mar de gente. Siento esas miradas en los umbrales de los negocios, ¿serán realmente maleantes? Levanto la mirada y ya no están.
- joven joven, esta es ayahuasca
- joven, esta otra planta es para espantar los malos espíritus
- joven joven, vendo dulces, 2 en 1 sol
Los trozos de carne de tortuga, sus patas y su cabeza salen de entre las mesas como si fueran dedos de un gigante que se extienden para darte la mano. Las entrañas de la tortuga gigantesca y sus carniceros, están lejos.. al otro lado de la mesa.
- señora, ¿cómo se llama ese fruto?
- se llama pijuaye, joven
- ahh, en donde yo vengo le decimos pejibaye
levanta su mirada y me sonríe
La visión idílica que daban los mágicos anteojos lentamente se fue desvaneciendo. Lo pintoresco se convirtió en atroz, lo verde en negro, los cantos en gritos. La balanza pierde su nivel, el Caribe vs el Amazonas, el amor vs la patria.
Camino por los trozos de acera que todavía quedan en la otrora gran metrópolis de la amazonía Peruana. A pesar de que el caucho se cambió por el petróleo, Iquitos perdió el supuesto glamour que la tiñó en sus años dorados del boom del caucho, y ahora es una caótica ciudad en la mitad de la amazonía.
Escrito en Iquitos, entre el quedarme o el irme, entre el qué tanto se quiere y el qué tanto se "debe" querer.
La basura por las calles, el omnipresente plástico, la humedad, el sol, el lodo, la lluvia, el menjurje de todo me hacen sentir en un sueño, un sueño extraño… no el idílico sueño del paraíso perdido en el medio de la Selva, si no en el sueño de Joseph Conrad, la locura de la selva, el Corazón en Tinieblas… en Kurt convertido en ciudad. En los efectos del aislamiento de ya decadas, de la mezcla de culturas indígenas y occidentales, de la lejanía de la "civilización"… eso y el verde intenso de un mar de bosque alrededor, y un río café, grande y serpenteante son la ciudad de Iquitos en Perú. La "isla de civilización" en el medio de la "barbarie" amazónica.
Los veo, los observo, escondo mi mirada con la visera de mi gorra… veo al suelo. Camino entre los chinamos del mercado de Belen, entre cientos de pollos muertos listos para ser vendidos, los perros sarnosos husmean bajo las mesas, los niños me ven. Yo camino entre un mar de gente. Siento esas miradas en los umbrales de los negocios, ¿serán realmente maleantes? Levanto la mirada y ya no están.
- joven joven, esta es ayahuasca
- joven, esta otra planta es para espantar los malos espíritus
- joven joven, vendo dulces, 2 en 1 sol
Los trozos de carne de tortuga, sus patas y su cabeza salen de entre las mesas como si fueran dedos de un gigante que se extienden para darte la mano. Las entrañas de la tortuga gigantesca y sus carniceros, están lejos.. al otro lado de la mesa.
- señora, ¿cómo se llama ese fruto?
- se llama pijuaye, joven
- ahh, en donde yo vengo le decimos pejibaye
levanta su mirada y me sonríe
La visión idílica que daban los mágicos anteojos lentamente se fue desvaneciendo. Lo pintoresco se convirtió en atroz, lo verde en negro, los cantos en gritos. La balanza pierde su nivel, el Caribe vs el Amazonas, el amor vs la patria.
Camino por los trozos de acera que todavía quedan en la otrora gran metrópolis de la amazonía Peruana. A pesar de que el caucho se cambió por el petróleo, Iquitos perdió el supuesto glamour que la tiñó en sus años dorados del boom del caucho, y ahora es una caótica ciudad en la mitad de la amazonía.
Escrito en Iquitos, entre el quedarme o el irme, entre el qué tanto se quiere y el qué tanto se "debe" querer.
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