E.T.
Cuando yo tenía unos 5 o 6 años llegó mi papá un día muy emocionado a contarnos sobre su nueva adquisición. Entre el alboroto de su visible emoción sacó del carro una caja bastante grande con letras que decían SANYO y dentro de ella un casi mágico aparato con el que se podían ver películas en la televisión. Mi mama y yo quedamos asombrados al ver el reluciente aparato salir de la caja, luego mi papá nos dijo que se llamaba Betamax. La mayoría de películas que conseguía mi papá en ese entonces eran patrocinadas por la única persona que tenia otro betamax en Nicoya, si mal no recuerdo un veterinario bastante amigo de la familia (que por cierto tenía una hija – Verónica - de la que pasé perdidamente enamorado mis años de niñez). Alguien le mandaba las películas al veterinario desde San José y el se las prestaba a mi papá. A los pocos meses de la llegada del Betamax y para apaciguar la inquietud por ver películas de nuestros numerosos vecinos, mi mamá decidió una tarde pone...