Los Angeles, Laura y hasta prontos
En el tiempo en que viví en San Francisco tuve la suerte de hacer buenas amistades con otros costarricenses que también estaban haciendo sus estudios en la zona. Compartí con ellos grandes momentos, tanto de alegrías como tristezas, éxitos y frustraciones, formando una muy pequeña comunidad de jóvenes estudiantes ticos en California. Algunos llegaron a las tierras Californianas con la intención de luego de obtener sus títulos nunca más volver a Costa Rica, otros siempre quisimos volver.
El dejar un lugar donde se ha vivido varios años es un shock fuerte aun para los que nos emociona volver a Costa Rica. El empacar lo indispensable y deshacerse de todas las cosas que se fueron acumulando es mas dolor de cabeza que satisfacción. Recuerdo vivamente las ultimas semanas en que tuve que desaparecer de mi apartamento en San Francisco cama, mesas, sillas, ollas, platos y demás utensilios; una gran dosis de estrés con la que me despedí de la loca ciudad.
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Como lo mencioné anteriormente, esta venida a California tiene la intención de lograr hacer el papeleo necesario para validar mi titulo de maestría en Costa Rica y para eso necesitaba como ultima firma la del cónsul tico en Los Angeles. El viaje de San Francisco a Los Angeles estaba amparado en mi amiga costarricense Laura, la que al igual que yo hace un año está en sus últimos días en California. Laura deja atrás una maestría en producción de cine y 3 años de vida en Los Angeles.
Gracias a ella no tuve que pagar hotel ni alquilar carro en una ciudad donde el transporte publico brilla por su ineficiencia. Ella tuvo la gran amabilidad de recogerme en el aeropuerto y de llevarme al consulado tico, yo a cambio le ayudé a empacar parte de sus muchas pertenencias.
Al igual que hice yo, Laura optó por mandar las cosas pesadas por barco (en mi caso lo que mandé por barco fueron los muchos libros de la universidad). Laura aparte de sus libros, también decidió enviar por barco su carro, bicicleta, muebles y tablas de surf. Los tres días que pasé con ella en Los Angeles (últimos días de su ultima semana en los Estados Unidos) ayudándola a desarmar camas, mesas y bicicleta estuvieron marcados por nostalgia, emoción e incertidumbre por su futuro en Costa Rica.
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El ultimo trayecto antes de mi vuelo de San Diego a Panama es en el tren Pacific Surfrider, ruta de Amtrack que conecta Los Angeles con San Diego. El tren salió una hora tarde (nada extraño para Amtrack), buen momento para ver el atardecer entre los grandes suburbios que rodean Los Angeles. La empatía que sentí por Laura, el recordar lo que sentí hace ya casi un año cuando dejé California me hizo sacar la laptop de mi mochila y escribir este post.
(escrito el viernes 29 de Julio del 2011)
El dejar un lugar donde se ha vivido varios años es un shock fuerte aun para los que nos emociona volver a Costa Rica. El empacar lo indispensable y deshacerse de todas las cosas que se fueron acumulando es mas dolor de cabeza que satisfacción. Recuerdo vivamente las ultimas semanas en que tuve que desaparecer de mi apartamento en San Francisco cama, mesas, sillas, ollas, platos y demás utensilios; una gran dosis de estrés con la que me despedí de la loca ciudad.
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Como lo mencioné anteriormente, esta venida a California tiene la intención de lograr hacer el papeleo necesario para validar mi titulo de maestría en Costa Rica y para eso necesitaba como ultima firma la del cónsul tico en Los Angeles. El viaje de San Francisco a Los Angeles estaba amparado en mi amiga costarricense Laura, la que al igual que yo hace un año está en sus últimos días en California. Laura deja atrás una maestría en producción de cine y 3 años de vida en Los Angeles.
Gracias a ella no tuve que pagar hotel ni alquilar carro en una ciudad donde el transporte publico brilla por su ineficiencia. Ella tuvo la gran amabilidad de recogerme en el aeropuerto y de llevarme al consulado tico, yo a cambio le ayudé a empacar parte de sus muchas pertenencias.
Al igual que hice yo, Laura optó por mandar las cosas pesadas por barco (en mi caso lo que mandé por barco fueron los muchos libros de la universidad). Laura aparte de sus libros, también decidió enviar por barco su carro, bicicleta, muebles y tablas de surf. Los tres días que pasé con ella en Los Angeles (últimos días de su ultima semana en los Estados Unidos) ayudándola a desarmar camas, mesas y bicicleta estuvieron marcados por nostalgia, emoción e incertidumbre por su futuro en Costa Rica.
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(escrito el viernes 29 de Julio del 2011)
Laura dandole la ultima vuelta a su bicicleta antes de que la desarmáramos.
North Hollywood. Los Angeles
Julio 2011
© Guillermo A. Durán S.
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