Camas de mi vida #20
- mae y ¿no le da nostalgia?
Estas son las fotos de mi primera habitación en Iquitos, Perú. Un cuarto que compartía con mi compañera en el segundo piso de una casa donde convivíamos con muchísimos estudiantes universitarios. La casera, llamada señora Aidé, entrada en años, corpulenta y de pocas palabras, nos incomodaba todos los días cortándonos el agua durante varias horas por culpa de una fuga jamás localizada en su laberinto de tuberías, y que entre tantos añadidos que tenía la casa le vaciaba el tan necesario tanque de reserva. ¿Ir al baño? pues había que planificarlo muy bien. Hablando de baños, vale la pena mencionar que dicho baño, sin puerta y con media pared, tenía un televisor sobre el lavatorio y una ducha justo encima de la taza… indiscutiblemente que algo digno de verse.
Dentro de lo que el pequeño espacio de la habitación nos permitía, decidimos comprar cosas que nos ayudaran a mantenernos ordenados mientras lográbamos encontrar otro lugar más privado y agradable. La espera duró dos meses, que fueron largos, muy calientes y ruidosos, pero que por la casi mágica fuerza que da el amor y la protección nocturna de un mosquitero, los pasamos felices, muy felices.
- Y si mae, claro que me da nostalgia… mucha.
Estas son las fotos de mi primera habitación en Iquitos, Perú. Un cuarto que compartía con mi compañera en el segundo piso de una casa donde convivíamos con muchísimos estudiantes universitarios. La casera, llamada señora Aidé, entrada en años, corpulenta y de pocas palabras, nos incomodaba todos los días cortándonos el agua durante varias horas por culpa de una fuga jamás localizada en su laberinto de tuberías, y que entre tantos añadidos que tenía la casa le vaciaba el tan necesario tanque de reserva. ¿Ir al baño? pues había que planificarlo muy bien. Hablando de baños, vale la pena mencionar que dicho baño, sin puerta y con media pared, tenía un televisor sobre el lavatorio y una ducha justo encima de la taza… indiscutiblemente que algo digno de verse.
Dentro de lo que el pequeño espacio de la habitación nos permitía, decidimos comprar cosas que nos ayudaran a mantenernos ordenados mientras lográbamos encontrar otro lugar más privado y agradable. La espera duró dos meses, que fueron largos, muy calientes y ruidosos, pero que por la casi mágica fuerza que da el amor y la protección nocturna de un mosquitero, los pasamos felices, muy felices.
- Y si mae, claro que me da nostalgia… mucha.
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