La vida examinada de Astra Taylor - y cuestionamientos morales y éticos desde el Amazonas

¿Existen acaso alguna regla elemental y común en la moral de los diferentes grupos humanos? ¿Es la regla de oro realmente tan fundamental para lograr nuestra convivencia armoniosa? Las preguntas siempre llegan a mi cabeza cuando estoy en un lugar extraño, de culturas diferentes, con gente que estoy por conocer.

En Iquitos sufrí el comienzo de lo que vino a ser un largo periodo de cuestionamiento de lo que en otros momentos consideré valores inquebrantables de la moral y la ética.  Fue un episodio que se extendió por varios meses y que afortunadamente ha ido poco a poco viendo la luz. Puso en juicio el dicho de "si vas ha Roma actúa como los romanos", cuestionó mis valores éticos mientras viví y traté de formar parte de una región donde proliferan actividades que aún considero difíciles de aceptar. ¿Es acaso posible simplemente dejarlo pasar? ¿Es acaso posible respetar y tener una mentalidad abierta hacia ese grupo de personas con actitudes tan opuestas a las que considero dignas? Me refiero, aclaro ante todo, a actitudes que exaltan la violencia, la explotación infantil, la falta de sensibilidad hacia la contaminación y los políticos y empresarios ciegos sacando provecho de las necesidades de sus vecinos. ¿Suena como a la realidad de cualquier lugar en latinoamérica? Pues si, pero nunca antes lo viví todo tan junto, tan claro a la vista, tan cercano.

El hecho de tener que confrontar en el día a día de Iquitos a tantas culturas tan diferentes y tratar de hacerlo sin crearme prejuicios morales me produjo un corto circuito cerebral.  Por ejemplo, salir una noche a tomarme unas cervezas y tratar de simpatizar con un miembro de un grupo indígena jíbaro, orgulloso de la tradición guerrera de su etnia y por ende mostrando cierta discriminación hacia los grupos indígenas que no lo eran me hizo preguntarme cuál será el camino correcto a seguir (si es que en este caso la palabra "correcto" no viene a tener un significado ambiguo) de las políticas que se apliquen a sociedades-lugares marcadamente multiculturales. ¿Será que únicamente - como nos lo muestra la historia - implantando forzosamente reglas es como se pueden sentar bases comunes?

La discusión que llegó a desarmar finalmente mis juicios morales internos fue la historia que me contó mi compañera de entonces - geógrafa social -  sobre lo que había visto en una de sus recientes salidas a campo. Ocurrió en una visita de un grupo de expertos enviados por el ministerio de salud peruano cuya misión era la de conocer la situación de varias de las comunidades indígenas que sufrían la contaminación de sus fuentes de agua debido a los derrames petroleros. Uno de los miembros de este grupo, seguro de sus tradiciones occidentales y - palabra con un significado ambiguo - "civilizadas", hizo varios comentarios que la comunidad donde se encontraba no recibió de la manera en que seguramente el lo esperaba. Luego de esto, la indignada comunidad, fiel a sus tradiciones, decidió hacer lo que normalmente hace con personas que transgreden sus normas: agarrarlo a "chilillazos" con ramas de ortiga frente a todo el pueblo.

Luego de escuchar la historia, mi primer comentario, guiado sin duda por las bases cristianas de amor al prójimo en las que - quiéralo o no - fui criado, fue de indignación. Indignación por la actitud de la comunidad hacia un semejante, por la agresión física hacia un visitante que llegó con la supuesta meta de ayudarlos. Indignación hacia el orgullo ciego de la comunidad, de poner sus tradiciones por encima de todo, sin tomar en cuenta el contexto y la clara ignorancia del visitante. Compartí estas y otras ideas con mi compañera pero ella, de una manera sumamente estructurada, destruyó totalmente la supuesta universalidad de mi argumento de "amor al prójimo". Esta discusión y los argumentos de ella agrietaron las bases de mi concepción del "bien y el mal, abriendo las puertas a un laberinto de dudas, un limbo ético donde los dogmas ya no tienen validez.

¿Cómo manejar conceptos de bien y mal en un mundo tan diverso, donde evidentemente en algunos lugares la guerra es vista como un acto de honor y en otro como de desesperación? ¿Será posible encontrar un camino común entre tantas vidas distintas, tantas cabezas, tantas diferentes experiencias vividas?

Afortunadamente para mi cabeza, hace unos días atrás  Ernesto Calvo compartió en su Facebook el documental Examined Life, trabajo realizado en el 2008 por la cineasta Astra Taylor. Ahí, entre las ráfagas de conocimiento que cada uno de los eminentes filósofos expone, en el minúto 22:22 el filósofo ghanés Kwame Anthony Appiah explica los conceptos básicos del cosmopolitismo, abordando así de una manera muy elocuente muchas de las dudas que expuse en los párrafos anteriores.

Dejo acá esa gran joya Examined Life con subtítulos en español. Un documental que considero me ha marcado como pocos otros.

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