Apu, el alegre bengalí
Nunca antes escuché sobre la Trilogía de Apu hasta que The Criterion Collection y Janus Films anunciaron el año pasado la restauración de los negativos originales y su pronta distribución tanto en discos como en salas de cine. Los anuncios decían que la restauración de estas tres películas fue una labor memorable, ya que los negativos originales fueron severamente dañados hace 20 años en un incendio de las bodegas donde se guardaban y se necesitó un proceso largo de reacondicionamiento de los rollos de película sobrevivientes y el escaneo de cada cuadro para, junto con otros rollos de copias en positivo, armar nuevamente las películas en una calidad que le fuera digna al fallecido director y a sus cincuentenaria trilogía.
Tanto esmero por restaurar tres películas me llamó la atención, así que busqué sobre ellas y sobre su director Styajit Ray, para finalmente darme cuenta que a pesar del tiempo que llevo viendo películas, aún me quedan obras maestras del cine del siglo XX por ver.
Entre ayer y hoy vi la trilogía completa: La historia de Apu, un bengalí de la casta de los brahmán, que es contada desde su concepción hasta su edad adulta en tres películas escritas y dirigidas por un, hasta ese entonces, desconocido cineasta bengalí.
Las tres películas son memorables, son obras de arte, contadas con una sencillez que ronda lo sublime, al nivel que me atrevo a decir podrían ser vistas por personas totalmente ajenas a la cultura bengalí y, a pesar de esta distancia cultural, fácilmente llegar a identificarse, a ser atrapadas por la historia y sus personajes. Las tres películas cuentan una historia tan intrínsecamente humana que trascienden culturas y tiempos, tan aparentemente simple que da lugar a verla y analizarla desde diferentes perspectivas. ¿Qué mejor definición que esa para el arte?
No podría decir si alguna de las tres películas me gustó más que otra, pero sí puedo decir que el final de la tercera: El mundo de Apu, la escena donde Apu finalmente se redime, me parece de las escenas más hermosas de todo el cine que he visto.
Tanto esmero por restaurar tres películas me llamó la atención, así que busqué sobre ellas y sobre su director Styajit Ray, para finalmente darme cuenta que a pesar del tiempo que llevo viendo películas, aún me quedan obras maestras del cine del siglo XX por ver.
Entre ayer y hoy vi la trilogía completa: La historia de Apu, un bengalí de la casta de los brahmán, que es contada desde su concepción hasta su edad adulta en tres películas escritas y dirigidas por un, hasta ese entonces, desconocido cineasta bengalí.
Las tres películas son memorables, son obras de arte, contadas con una sencillez que ronda lo sublime, al nivel que me atrevo a decir podrían ser vistas por personas totalmente ajenas a la cultura bengalí y, a pesar de esta distancia cultural, fácilmente llegar a identificarse, a ser atrapadas por la historia y sus personajes. Las tres películas cuentan una historia tan intrínsecamente humana que trascienden culturas y tiempos, tan aparentemente simple que da lugar a verla y analizarla desde diferentes perspectivas. ¿Qué mejor definición que esa para el arte?
No podría decir si alguna de las tres películas me gustó más que otra, pero sí puedo decir que el final de la tercera: El mundo de Apu, la escena donde Apu finalmente se redime, me parece de las escenas más hermosas de todo el cine que he visto.
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