Camas de mi vida #22
Las flores (junto con la colcha) llegaron desde Oaxaca a mi querida ciudad de Lima. Llegaron en una valija que entre otros textiles también traía libros, folletos y sueños académicos por realizar. El motivo del viaje fue un congreso realizado en la ciudad mexicana sobre extractivismo en comunidades indígenas.
Veo esa foto y cataratas de recuerdos caen fuertemente en mi cabeza. ¿Ya para ese entonces se había tomado la decisión final?
Cuando murió García Marquez, entre tanta frase requemada de su larguísima trayectoria, leí una que me llamó muchísimo la atención y sin querer, ahora ya casi a manera de reflejo automatico, la aplico de vez en cuando a mis recuerdos memorables y no tan memorables. El finado don Gabriel dijo en una de sus notas periodísticas así:
Como sucede siempre, pensábamos entonces que estábamos muy lejos de ser felices, y ahora pensamos lo contrario. Es la trampa de la nostalgia, que quita de su lugar a los momentos amargos y los pinta de otro color, y los vuelve a poner donde ya no duelen.
Con la calma que da la lejanía temporal y geográfica de los eventos me he puesto hoy a pensar en ¿qué tan de cierto habrá en esa frase? Me atrevo a proponer otra idea que va en contraposición con la tal trampa de la nostalgia que nos habla don Gabriel: ¿Habrá sido más bien que la emoción del gran momento nos hizo desfallecer con un pequeño tropiezo y tomar decisiones precipitadas? ¿Habrá sido la misma emoción de estar en un momento casi trascendental la que nos nubló la vista y hacernos saltar del barco a los lanchones salvavidas? La respuesta no la se y desgraciadamente, posiblemente, nunca se sabrá... solo quedan lecciones para esa carga de experiencias de vida y que ojalá en un futuro nos ayuden a tomar las decisiones adecuadas.
- Escrito en San José. Costa Rica a finales del año 2014 -
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