Sabine, Groenlandia y Sobol

Las fotos del libro Sabine del fotógrafo danes Jacob Aue Sobol se han ganado un lugar especial en mi memoria.

La serie de fotografías (que pueden ver completa acá) retrata, intercalando entre imágenes de paisajes de la agreste vida del circulo polar ártico, escenas de la historia de amor que surgió entre el fotógrafo danes de 23 años y la groenlandesa de 19 Sabine.

Sabine Nikoline Andersine Nina Ebba Maque es la sobrina del cura de un pequeño pueblo inuit de menos de 150 habitantes llamado Tineteqilaaq que se localiza al este de Groenlandia. En el año 2000, Jacob, en su segundo viaje a Groenlandia, y buscando fotografiar las escenas de una Groenlandia nostálgica relatada por su recientemente fallecido padre, se hospedó en la casa del cura. A los pocos días conoció a Sabine, la campeona del club de ping pong del pueblo, comenzando así una relación amorosa que se prolongó por los siguientes dos años, tiempo que Jacob pasó conviviendo con la familia de Sabine y la pequeña comunidad (leído de acá y acá).

Sabine, siento, es un diario de amor, de amor de juventud, de ingenuidad entrañable, de esa pureza de los primeros pasos por la edad adulta, y que de una forma muy íntima retrata un acercamiento entre dos culturas muy distantes y los conflictos que esto genera. Plantea preguntas inquietantes sobre la transitoriedad del amor, especialmente cuando surge entre culturas tan diferentes: el occidental escandinavo y la inuit groenlandesa. A pesar de que soy creyente de que el amor, aún con los altibajos de su naturaleza ondulante, con un esfuerzo adecuado por parte de ambas partes tiene el poder de unir situaciones y culturas así de distintas, la publicación del libro implica - al menos para mi - un final doloroso, el de la ruptura, el de Sabine quedándose en su pueblo y Jacob volviendo a Copenhague, y publicando años después un libro del que posiblemente Sabine no tomó decisión en su creación y que posiblemente tampoco será visto por los demás habitantes del pueblo groenlandes.

Acá ya no resultan sorprendentes los paralelismos que puedan existir entre Sabine y el cuento de hadas  La Sirenitaescrito por Hans Christian Andersen, otro danés. En ambos casos, pienso, el amor funciona como el mercurio de una posible amalgama que unirá dos mundos distintos, el subacuático y el terrenal, el citadino y el polar; en ambos casos hay esperanza, hay ingenuidad, hay lágrimas y un final que contradice lo esperado. En el del cuento, al no asesinar al príncipe la sirenita  logra no desaparecer en espuma de mar, si no que queda como espíritu latente con la posibilidad de en menos de 300 años alcanzar su deseo de poseer un alma; en Sabine, el recuerdo del amor de Sabine materializado en fotografías, en un libro, estará ahí latente para Jacob y Sabine (y también para todos nosotros observadores) como material que podrá servir para traer a la memoria los recuerdos de la ingenuidad, la energía y la belleza del amor de juventud.

Otro de las inquietudes que me quedan luego de ver Sabine es la del papel del fotógrafo-documentalista al hacer públicas imágenes tan íntimas. Acá, aunque trate de evitarlo, caigo en el juicio moral: ¿Qué habrá dicho Sabine, en su pequeño pueblo, cuando Jacob le comentó la idea del libro? ¿La exposición de la intimidad de la desnudez será asimilada de manera similar por el pueblo inuit que por los daneses? ¿Tendría igual éxito en el mundo fotográfico si en vez de la Sabine inuit, fuese una Sabine parisina? ¿Es este libro y sus fotos acaso otra muestra más de colonialismo cultural de occidente, aprovechando los sentimientos de una joven de un pequeño pueblo inuit para que un fotógrafo citadino logre el éxito internacional?. Pensando en el hipotético caso de que Jacob hiciera el libro sin tomar en cuenta la opinión de Sabine (cosa que me partiría el corazón) al menos él en una de sus entrevistas menciona que Sabine sí vio el libro impreso y en el video de la entrevista que comparto abajo se le nota hablar con la nostalgia de amores pasados sobre su experiencia junto a Sabine. Al las fotos involucrar un tema tan intrínseco al ser humano como lo es el amor, pienso que todas estas preguntas tienen validez como parte de la interpretación del trabajo.

Con respecto al tema de las diferencias culturales y esa gran ternura que siento que transmiten las fotos de Sabine, es interesante cuestionar si el peso de las imágenes sería el mismo - la mirada de Sabine, su sonrisa y sus lágrimas - si en vez de una inuit fuese, por ejemplo, una londinense. Acá quiero mencionar algo que he notado en mi trabajo en el campo y que pienso también está presente en el libro, y es que las personas que habitan comunidades pequeñas y rurales tienden a ser más transparentes al mostrar sus sentimientos. Pienso que esto debe ser parte del sentido práctico con que tienen que vivir su día a día, donde las complicaciones sentimentales que tenemos nosotros los citadinos se vuelven hasta cierto punto intrascendentes. Esa forma tan abierta de expresar sus sentimientos es algo que siempre he admirado y me alegra darme cuenta que Jacob también lo notó en su relación con Sabine (o al menos esa es la sensación que me queda luego de ver sus fotos).

Finalmente me llama mucho la atención encontrar en varias de las críticas que leí sobre el libro comentarios diciendo que las fotos dan una sensación de que la relación entre Jacob y Sabine estuvo cargada de intensidad. Lo menciono porque pienso que ¨intensidad¨ no es el adjetivo adecuado (al menos en español), yo en cambio diría que están cargadas de una ternura que es inusual, más básica, más íntegra, para la frialdad occidental a la que muchos estamos acostumbrados.





© Jacob Aue Sobol – Sabine




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