caminando y caminando
Todo comenzó el viernes pasado a las 10am con la defensa de mi tesis… la hice tranquilo, con un powerpoint de 40 slides que por 50 minutos me mantuvo hablando sobre lo que fue mi vida durante los últimos 8 meses. La presentación salió bien, las preguntas estuvieron interesantes, la pasé bien.
El viernes al medio día, justo después de presentar la tesis, varios compañeros y profesores me invitaron a un restaurante al lado de la universidad para tomar unas super margaritas como de medio litro cada una, almorzar y así comenzar con el pie derecho la celebración.
A las horas volví mareado a mi casa, mi jefa (que también era miembro del comité de tesis) me trajo y de camino ofreció subirme el salario (que es MUY bajo) si me quedaba en San Francisco hasta febrero… le reafirmé mis planes de irme de Estados Unidos a finales de agosto…
Presintiendo muchas bebidas para el resto del día, dejé en mi casa la laptop, el bulto, y todas las demás cosas que podía perder entre cervezas y tequilas. La tarde estaba espectacular, hacia calor y el cielo estaba azul... era casi como un insulto para el que maneja los planetas, las nubes y todo eso si me quedaba en la casa esperando a que me llamaran para seguir con la celebración. Con esa idea en mente salí pensando caminar unas cuantas cuadras alrededor de mi casa, el ambiente estaba tan alegre que terminé caminando hasta el Dolores Park, en el barrio de la Misión. Ese fue el principio de la más larga caminata que he hecho en San Francisco.
El parque estaba repleto de gente… era como si toda la Mision estuviera disfrutando del principio de la primavera, del comienzo del fin de semana, del cielo azul y del sol. Todos, desde los latinos que trabajan en los restaurantes y bares de la Misión hasta los hipsters que tienen este barrio como su epicentro, tomaban cervezas, cantaban, jugaban frisbie y disfrutaban de ese clima tan poco común en San Francisco.
Al igual que el resto de la gente, me senté en en el zacate del parque viendo de lejos los edificios del centro de la ciudad… antojado de unas cervezas al aire libre, llamé por teléfono a varios amigos que viven cerca pero nadie respondió. Cuando la bruma por la que San Francisco es tan conocida lo permite, desde la loma del Dolores Park se puede ver el reflejo de los atardeceres en los edificios del centro de la ciudad. Esa vista me puso en un estado de casi-meditación, haciéndome recordar muy vivamente la presentación de la tesis y pensar en que será de mi vida luego del próximo agosto, cuando deje definitivamente esta pintoresca ciudad.
Así pasé un par de horas hasta que se hizo de noche, la gente se fue y decidí caminar más por la Misión. Pasé a la taqueria Cancun y me pedí su muy conocido super burrito vegetariano… vegetariano porque el de carne es muy pesado para cualquier estomago normal.
Luego del enorme trabajo de comerme todo ese super burrito salí caminando por la calle Haight de regreso a mi casa. De esa calle, que es el lugar donde nació el movimiento hippie de los años 60s, siempre me ha llamado la atención los jóvenes a los que llaman hobos: muchachos de menos de 25 años que viven al aire libre con sus perros, sin bañarse regularmente y que se han instalado permanentemente en esta zona vendiendo a los transeúntes mariguana y hongos alucinógenos. Al ser San Francisco una ciudad muy tolerante a los temas de drogas, los policías nunca intervienen a menos de que hayan problemas de peleas.
Cuando estaba a dos cuadras de mi casa y pensando en dormir temprano sonó mi celular… ese era el llamado al comienzo de la fiesta…
Un poco cansado y sin ganas de pagar un taxi decidí caminar más hasta el apartamento donde era la fiesta, a varios kilómetros de distancia. A pesar del cansancio tenía que ir porque se celebraba el cumpleaños de un buen amigo y era la fiesta “oficial” de mi presentación de tesis.
En media hora de caminar llegué al apartamento en el barrio de Inner Richmond. Entre botellas de ron Flor de Caña, cervezas, tequila, carnes asadas y juegos de pictonary nos entretuvimos durante toda la noche y madrugada.
El sábado lo pasé en recuperación… y no de la resaca de la fiesta... por dicha el super burrito y la carne me llenaron tanto que los licores no hicieron mucho efecto... la recuperación fue del dolor de rodillas y piernas de los casi 14 kilómetros que me tocó caminar en zapatos esa tarde y noche de viernes.
De todas las celebraciones que pensé que iba a tener luego de defender la bendita tesis, jamás me imaginé una así.
Acá el mapa de lo que caminé esa tarde – noche:
View la tarde de mi tesis in a larger map
El viernes al medio día, justo después de presentar la tesis, varios compañeros y profesores me invitaron a un restaurante al lado de la universidad para tomar unas super margaritas como de medio litro cada una, almorzar y así comenzar con el pie derecho la celebración.
A las horas volví mareado a mi casa, mi jefa (que también era miembro del comité de tesis) me trajo y de camino ofreció subirme el salario (que es MUY bajo) si me quedaba en San Francisco hasta febrero… le reafirmé mis planes de irme de Estados Unidos a finales de agosto…
Presintiendo muchas bebidas para el resto del día, dejé en mi casa la laptop, el bulto, y todas las demás cosas que podía perder entre cervezas y tequilas. La tarde estaba espectacular, hacia calor y el cielo estaba azul... era casi como un insulto para el que maneja los planetas, las nubes y todo eso si me quedaba en la casa esperando a que me llamaran para seguir con la celebración. Con esa idea en mente salí pensando caminar unas cuantas cuadras alrededor de mi casa, el ambiente estaba tan alegre que terminé caminando hasta el Dolores Park, en el barrio de la Misión. Ese fue el principio de la más larga caminata que he hecho en San Francisco.
El parque estaba repleto de gente… era como si toda la Mision estuviera disfrutando del principio de la primavera, del comienzo del fin de semana, del cielo azul y del sol. Todos, desde los latinos que trabajan en los restaurantes y bares de la Misión hasta los hipsters que tienen este barrio como su epicentro, tomaban cervezas, cantaban, jugaban frisbie y disfrutaban de ese clima tan poco común en San Francisco.
Al igual que el resto de la gente, me senté en en el zacate del parque viendo de lejos los edificios del centro de la ciudad… antojado de unas cervezas al aire libre, llamé por teléfono a varios amigos que viven cerca pero nadie respondió. Cuando la bruma por la que San Francisco es tan conocida lo permite, desde la loma del Dolores Park se puede ver el reflejo de los atardeceres en los edificios del centro de la ciudad. Esa vista me puso en un estado de casi-meditación, haciéndome recordar muy vivamente la presentación de la tesis y pensar en que será de mi vida luego del próximo agosto, cuando deje definitivamente esta pintoresca ciudad.
Así pasé un par de horas hasta que se hizo de noche, la gente se fue y decidí caminar más por la Misión. Pasé a la taqueria Cancun y me pedí su muy conocido super burrito vegetariano… vegetariano porque el de carne es muy pesado para cualquier estomago normal.
Luego del enorme trabajo de comerme todo ese super burrito salí caminando por la calle Haight de regreso a mi casa. De esa calle, que es el lugar donde nació el movimiento hippie de los años 60s, siempre me ha llamado la atención los jóvenes a los que llaman hobos: muchachos de menos de 25 años que viven al aire libre con sus perros, sin bañarse regularmente y que se han instalado permanentemente en esta zona vendiendo a los transeúntes mariguana y hongos alucinógenos. Al ser San Francisco una ciudad muy tolerante a los temas de drogas, los policías nunca intervienen a menos de que hayan problemas de peleas.
Cuando estaba a dos cuadras de mi casa y pensando en dormir temprano sonó mi celular… ese era el llamado al comienzo de la fiesta…
Un poco cansado y sin ganas de pagar un taxi decidí caminar más hasta el apartamento donde era la fiesta, a varios kilómetros de distancia. A pesar del cansancio tenía que ir porque se celebraba el cumpleaños de un buen amigo y era la fiesta “oficial” de mi presentación de tesis.
En media hora de caminar llegué al apartamento en el barrio de Inner Richmond. Entre botellas de ron Flor de Caña, cervezas, tequila, carnes asadas y juegos de pictonary nos entretuvimos durante toda la noche y madrugada.
El sábado lo pasé en recuperación… y no de la resaca de la fiesta... por dicha el super burrito y la carne me llenaron tanto que los licores no hicieron mucho efecto... la recuperación fue del dolor de rodillas y piernas de los casi 14 kilómetros que me tocó caminar en zapatos esa tarde y noche de viernes.
De todas las celebraciones que pensé que iba a tener luego de defender la bendita tesis, jamás me imaginé una así.
Acá el mapa de lo que caminé esa tarde – noche:
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